Llegamos a Trilce desconcertados, incapaces de entenderlo todo, sin explicación, como turista. Era un yogi sin maestro. Vagabundo inexperto. Y lo recorrimos despacio, subiendo a paso de apuno, mascando la coca, bebiendo la saratoga. No hice preguntas y me deje transitar por el paisaje de Perú.
Estoy en Trilce, atrapado. Cómo si el lenguaje que poseo, fortuito desaparece.
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