Pues si, resulta que ya no quería hablar más de narices, y para mi mala suerte, que me encuentro con otra.
Pues si, una serie de eventos y hay me tienen un día con esa nariz; pero mejor es que cuente todo desde el principio.
Después de librarme de una nariz de esas tan exóticas y que no crecen cuando mienten, de un bonito y desafortunado encuentro de esos que terminan trágicamente y con lagrimas. Ya que me había habituado a vivir con tranquilidad, un día a ami amiga Granola se le ocurre preguntarme por mi septum. ¿Por que te hiciste la perforación?. Y yo tan evitativo de mis primeras y ocultas emociones que le digo: por un comentario me dijeron que con el me veo más rudo. Por un comentario y encima bobo me dice una Granola entrometida. Si, respondí secamente. Y este es el detonante, no se muy bien como pero se que aquí comenzó.
Dos días pasan de mi escueta conversación con Granola y por la noche, en el café del centro, la veo por primera vez; una nariz olfateando aquí y allá, olfatea una manzana, olfatea una planta, olfatea el cabello de una tipa rubia de la mesa de al lado y de pronto esta aquí frente a mi, olfateando mi americano. Bueno pensé para mis adentros, no sabía que una nariz se pudiese usar para olfatear tanto... y ya estoy yo todo pasmado nuevamente frente a unas napias no muy grandes.
La portadora de la nariz, lo de menos. Yo no suelo usar fragancias y mucho menos creo tener un buen olor, y sin embargo, esta nariz en cuanto a olido mi café pasa a oler mi cuello, me da risa y me dejo consentir.
Ciertamente, igual que todas las narices esta mentía, pero eso no me importo y a ella tampoco le importaba que yo no le creyera sus ingenuas falacias. Era tan increíble cuando comenzaba a olfatear que nada más valía la pena en esos momentos. Solo hubo una cosa que nunca supe si fue cierta o mentira: me hizo creer a la perfección que le gustaba mi olor.
Yo la entretenía con canela, con mangos y mi melancolía, esos olores eran de sus favoritos y yo feliz de la vida. Es verdad que en ocasiones mi nostalgia la alejaba un poco, pues involucraba el recuerdo de la ya casi olvidada nariz primera y mentirosa, pero en general, eramos felices, y ella me pedía cuentos cortos y exigía cartas cursis de amor y me cantaba rap.
Pero la vida no puede ser prolongadamente color de rosa, y ella empezó a aburrirse con mis cuentos y también quería nuevos olores, ya no le bastaba con mi melancolía, con la canela y con los mangos. La decepcione. Me desencanto.
Y así, sin más un día nos sorprendimos; ella olfateando el olor de las margaritas y yo platicando de mis perforaciones con mi amiga Granola. Había terminado otra vez un bonito encuentro que no supe o quizá no quise mantener. Ella, quien sabe de que fragancias disfrute ahora. Pero me quedo con una nueva lección, si bien es agradable convivir con narices poco usuales, igualmente es algo muy desafortunado, más al momento de las despedidas fragmentadas...
Y hay otra cosa más que descubrí, no puedo decir que es la ultima nariz que coceré o la ultima de la que escribiré pues paradojicamente cuando escribí de la que pensé la ultima, resulto ser la primera... Quiero decir, a veces uno piensa que las cosas terminan cuando apenas y están iniciando...
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