sábado, 11 de marzo de 2023

Santa Cruz

Santa Cruz


En mi barrio, el cerro hay que ganárselo. 

Los domingos cuando sale el sol,

los lunes a las tres de la tarde,

los sábados a las cinco cuando se juntan las niñas y los niños a volar papalotes,

las cuatro veinte de los vagos y la maría juana,

los viernes cuando se mete el sol y pasa el tren a lo lejos.

A toda hora, en el barrio, el cerro hay que ganárselo;

subirlo sudando y bajarlo riendo,

caminando lento por caminos ya hechos,

abriendo brechas y mentando madres.

El cerro se gana de tanto agotarlo, 

de sumirse en su espesor verde y el humo de las drogas que todo el día se queman.

El cerro está pesado,

el cerro es subir y no cansarse;

mirar la marginalidad a la cara y la desventura desde la altura.

En mi barrio, el cerro se lo ganan los vencedores de peleas,

los triunfadores en el partido y el torneo, 

o de última los que se van de pinta;

pero sobre todo,

en el barrio el cerro se lo ganaron los que aún no están presos, 

los que aún no están muertos.



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