y todos los lunes
muy de mañana
mi viaje era hacia la luz.
La mufa empotrada
me dejaba oscurecer
drogado, risueño de la primavera
ente de madrugadas musicales frescos.
Con la mufa empotrada;
cenamos, cantamos, cogimos y jugamos,
duramos un més, tal vez más
y luego un día
la mufa fue desempotrada.
La vida siguió siendo la misma:
paraíso a tu lado.
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